martes, 24 de enero de 2017

El Museo Nacional de Arte etrusco de Villa Giulia en Roma




Era invierno en Roma. Un invierno templado y lluvioso, aunque ese día había sido clemente y el sol le ponía cara a la helada. Tras visitar el Campo de Marte con la nueva presentación del Ara Pacis y el Mausoleo de Augusto, la plaza y la Villa Borghese, casi me sentía ahíta de escultura romana. Caía la tarde cuando decidí alargar la visita hasta Villa Giulia, en la que se acababa de inaugurar un nuevo proyecto museográfico. Ha sido una de las mejores experiencias personales en un museo. Sorprende el espacio, el proyecto, la exposición, las excepcionales piezas y todo esto con las salas vacías de gente, supongo que por la hora. Muy aconsejable, desde luego. No dejen de visitar el Museo Nacional de Arte Etrusco en Roma. Lo mejor de lo mejor de los siglos VIII al V a C. y mucho mas.


La civilización etrusca se desarrolló en el centro de Italia, entre los siglos VIII y I a.C. 
De este pueblo, para el que se propone, a la luz de los últimos estudios genéticos, un origen autóctono, se ha destacado su avanzada cultura política y militar,  su destreza en el arte de la navegación,  sus óptimas tecnologías metalúrgicas, su perfección en el cultivo de las letras, las ciencias de la naturaleza y la teología, su esmerado trabajo agrícola que les proporcionaba abundante riqueza, su compleja y extraordinaria religión y sus creaciones artísticas.
Entre los siglos III y I a.C. se produjo la absorción cultural de los etruscos bajo el dominio de los romanos. Su lengua desapareció y sus usos fueron considerados decandentes.



La Sede del Museo.

La villa Giulia, fue construida por el Papa Julio III en los años de su pontificado entre 1550 y 1555, como magnífico ejemplo de una villa renacentista, esto es, levantada en un área suburbana,  como otros edificios del siglo XVI en los alrededores de Roma, a imitación de las grandes villae de época romana clásica.
El edificio se plantea como un conjunto de estancias que se acompaña de superficies, en la parte de atrás,  ajardinadas, aterrazadas e interconectadas con escaleras espectaculares, un ninfeo y fuentes ornamentadas con esculturas.

Para levantar la villa se contó con la presencia de los más grandes artistas de la época: el pintor, arquitecto y crítico de arte Giorgio Vasari de Arezzo, el arquitecto Jacopo Barozzi da Vignola y el escultor y arquitecto florentino Bartolomeo Ammannati, cuya firma se puede leer en un pilar dentro de la casa de campo, entre el primer y el segundo patio.
La villa estaba decorada con frescos,  conservados parcialmente en el pórtico semicircular, obra de Peter Venale de Imola, en las habitaciones de la planta baja y en el vestíbulo, firmados por  Taddeo Zuccari y las habitaciones del primer piso  con la Venus de las siete colinas, las Artes y las Ciencias, de Prospero Fontana.


Una característica fundamental del complejo de Villa Giulia es el ninfeo decorado a la romana al que el agua llegaba impulsado por una canalización  que se manifiesta en la fuente más baja,  constituyendo el primer "teatro de aguas" de Roma.




En el jardín de la villa, entre el ninfeo y el ala derecha del museo, se puede ver la reconstrucción a tamaño natural del templo etrusco de Alatri, estrechamente vinculado a los acontecimientos que llevaron al nacimiento del museo.  El templo, que data entre los siglos III y II a C, cuyos cimientos fueron reconocidos en este pueblo del Lacio entre 1882 y 188, fue reconstruido tan sólo unos años después, entre 1889 y 1890  


El templo, del que conocemos dos fases constructivas, estuvo inicialmente compuesto por una aula con pronaos frontal, al que más tarde se añadió un pórtico similar en la parte trasera. Destaca en Alatri el hallazgo de numerosos fragmentos decorativos de arcilla cocida que constituían el ornato del frontón, tanto en el entablamento como en el hastial y las antefijas.

Constituye este ejemplo una de las mas significativas reconstrucciones al aire libre y el mas antiguo de cuantos hayan podido realizarse en un museo o yacimiento musealizado.

Por iniciativa del arqueólogo y político italiano Felice Barnabei,  Villa Giulia, se convierte en museo en 1889,  ante la necesidad de establecer un centro expositivo que albergara los objetos procedentes de un buen número de excavaciones arqueológicas. 


Al principio, los materiales fueron expuestos temporalmente en dos habitaciones al lado del vestíbulo de entrada y en las tres salas de la primera planta. 
Rápidamente el nuevo instituto se dividió en dos secciones - urbano y extra-urbano- basado en el origen de los materiales que se expondrían. 
Así, la sección urbana se estableció en las termas monumentales de Diocleciano, mientras que la segunda se consolidó la exposición en Villa Giulia, que acabó por albergar las colecciones arqueológicas procedentes de la zona etrusca, el sur del lacio, la zona Sabina, etc, incluyendo necrópolis como Cerveteri y Veyes, donde se llevaron a cabo importantes campañas arqueológicas en la primera mitad del siglo XX, y santuarios.
Esto supuso una nueva ampliación de dos alas de nueva construcción, alcanzando el Museo de Villa Giulia los años 30 del siglo XX la estructura que mantiene hasta la actualidad.
El incremento constante de la colección ha hecho necesarias nuevas intervenciones museográficas en 1950 y 1970.
En una operación compleja promovida por el gobierno italiano, se consiguió la recuperación de objetos muy singulares que los excavadores ilegales habían vendido a importantes museos y coleccionistas privados en los Estados Unidos.

La exposición y piezas

Los materiales expuestos en la actualidad en este museo, proceden del territorio situado entre el Tíber y el Mar Tirreno (Alto Lazio) que corresponde con la antigua Etruria meridional donde se localizaban las más importantes ciudades etruscas, como Vulci, Cerveteri, Veio y algunos otros espacios como Agro falisco y Latium vetus. 
A estos se añaden las ricas colecciones históricas situadas en el primer piso de la villa: además de núcleo antiguo del Museo Kircher de Roma, la Colección Castellani con cerámicas, bronces y joyas incluyendo hermosa joyería antigua y creaciones refinadas del siglo XIX por el mismo Castellani,  uno de los orfebres mas prestigiosos de  Roma en la segunda mitad del siglo XIX.
Algunas de las piezas mas interesantes del museo son el sarcófago de los esposos de Cerveteri, (siglo VI aC); la estatua de Apolo de Veio (siglo VI aC) , en terracota policromada, recientemente restaurado y el alto relieve en terracota que representan episodios del mito de los Siete contra Tebas, de Pyrgi, el antiguo puerto de Cerveteri (V siglo aC ) con sus láminas de oro , datadas a finales del siglo VI aC, con escritura etrusca y fenicia.


Plano del Museo, obtenido de su propia web







Frontón del Santuario de Pirgy. Templo A. 470-460 a C.

Este relieve, que formó el emblema central del frontón del templo A del santuario de Pirgy, el antiguo puerto de la ciudad de Caere, fue descubierto en fragmentos  entre 1956 e inicios de la década de 1960 cerca de Santa Severa en un campo próximo al antiguo puerto, que distaba unos 50 kilómetros de Roma con la que se comunicaba a través de la vía Aurelia.
Las excavaciones realizadas permitieron reconocer un enorme complejo de edificios, de unos 6000 metros cuadrados, que se pone en relación, casi con toda seguridad, con el que los autores griegos mencionan en el lugar y que estuvo dedicado a las diosas Ilitía, de los nacimientos, y de Ino-Leucótea, diosa del mar y de la navegación. 
El lugar fue, entre los siglos VI y IV a C, clave en la historia del territorio, ya que era el lugar de culto y de garantía sagrada a las transacciones comerciales que se realizaban en el emporio cercano entre etruscos, griegos y cartagineses.
Representa la leyenda de los siete contra Tebas, un relato popularizado por una obra de Esquilo de 467 a. C., del sitio de dicha ciudad por un ejército liderado por siete hombres de nombres imposibles. 
La narración culmina en la batalla que enfrenta a dos hermanos, Eteocles y Polnices. Las escenas del relieve de Pyrgi, además del fratricidio final, representan a los líderes más desafiantes y temidos de los asaltantes, Tideo y Capaneo. 
Tideo aparece en el registro inferior, empeñado en un combate a muerte con su adversario tebano Melanipo. Ambos han sido mortalmente heridos por jabalinas, y sus cuerpos entrelazados se extienden por toda la anchura del relieve. Tideo tiene cogido a su rival por el cuello y en la mano derecha blande una espada, que no se ha conservado. Melanipo trata en vano de desenvainar la suya. 
Sin embargo, la acción más violenta y que provoca la intervención de los dioses es cuando Tideo intenta romper el cráneo a su enemigo para comerse su cerebro. La cultura griega había rechazado siglos antes la práctica del canibalismo con los enemigos derrotados. 
En una esquina de la placa vemos a la diosa Atenea que lleva una jarra de atanasia, la poción capaz de hacer inmortal a su protegido Tideo, pero dado ese acto de barbarie cruel, la diosa se marchará indignada y el héroe morirá.
En términos iconográficos se trata de una obra de gran originalidad tanto desde la perspectiva griega como etrusca. La hipótesis más verosímil es la que plantea que, para cuando se realizó el relieve, hacía poco que Caere se acababa de librar del tirano Tefarie Velianas, aliado de los cartagineses y que adoraba a la diosa Astarté. El tirano y los cartagineses personificarían la crueldad, la impiedad y la insolencia de los asaltantes, mientras que los caeretanos se arrogarían el papel de la moralidad y del respeto a los dioses de los tebanos.


Las láminas doradas del santuario de Pyrgi, hacia el siglo VI-V a. C


Vaso para agua con escena de ataque de una leona y una pantera a un mulo. Detrás, dos personas se preparan para lancearlos. 530-520 a C. Producida en Cerveteri. De la colección Shelby White de Nueva York. Una de esas piezas mencionadas que fueron recuperadas de museos y colecciones americanas y que hoy se exhiben en Roma.




Aspecto de una de las salas del Museo con vitrinas junto a las paredes y en el centro. En primer plano, pies de candelabros de bronce.




Escudos y recipientes broncíneos procedentes de una de las numerosas necrópolis excavadas y exhibidas en el museo





Impresionante ajuar de una tumba de la Primera Edad del Hierro, datada en el siglo VIII a C,  excavada en la necrópolis de Casal del Fosso en la ciudad estrusca de Veio con la panoplia de un guerrero: casco, pectoral,  escudo, herrajes, espada, protección de las piernas, cinto, aparejos de caballo y varios vasos votivos trípodes y un brasero. En bronce y oro.





Recreación de guerreros villanovianos. Ilustración edición de Desperta Ferro sobre un clásico de Connolly: "La Guerra en Grecia y Roma" (reedición de 2016). 



El sarcófago de los esposos. Dispuesto en una nueva vitrina en la zona central preeminente de una de las primeras salas  del museo. 

El sarcófago de los esposos, en realidad una gran urna cineraria antropomorfa de 1,14 metros de alto por 1,9 de ancho, hecha de terracota pintada, se ha datado a finales del siglo VI a C. 
Muestra una pareja sobre un kliné o diván, en una actitud fecuente en la iconografía etrusca, la del banquete funerario. Fue hallada durante la realización de trabajos de excavación arqueológica a finales del siglo XIX en la necrópolis de la Banditaccia de Cerveteri -la antigua Caere-.







Sus caras sonríen, los ojos son rasgados y el cabello está trenzado, todo muy a la griega, al igual que la forma de los pies de la cama.
El marcado contraste entre los bustos de alto relieve y las piernas aplastadas es típicamente etrusco centrándose el interés del artista etrusco en la búsqueda de expresividad, arcaica -claro está-, en la mitad superior de las figuras, y especialmente en los caras y los gestos de los brazos.

Al Santuario de Portonaccio, en Veio, corresponden las  excepcionales figuras de arcilla cocida de se exhiben en las salas 37 a 40 y que permiten abandonar el museo con la mejor de las sensaciones.





Su origen se remonta al siglo VII a C aunque alcanzó su máximo esplendor en el V a C. La parte más antigua, situada en el extremo oriental de una gran plataforma, estaba ligado al culto de la diosa Minerva, tanto en su aspecto de oráculo como en el de diosa protectora de los jóvenes.
En honor a la diosa, se levantó entre 540-530 aC, un templo con su plaza altar con bothros -hoyo  de sacrificios-, un porche y una escalera de acceso desde la calle. En el lugar se han hallado numerosos y valiosos exvotos de marfil, bronce, además de buccheros cerámicos, algunos con dedicatorias de personalidades como Tolumnio, Vibenna, que procedían de ciudades distantes  como Vulci, Castro y Orvieto, atraídos por la fama del oráculo. 
En la parte occidental del complejo, se levantó alrededor del 510 a C. un santuario decorado con esculturas de terracota policromada de la que formaban parte de las estatuas del grupo principal,  Apolo y Hércules. El templo estaba flanqueado por un gran estanque y se rodeaba por una gran valla trasera que encierra un bosque sagrado. 




Soy consciente de que no es mas que un resumen de la excepcional muestra del museo, pero mas que suficiente para constituir, tal vez, un acicate para animarles  a visitarla.



¡Les deseo una buena semana!





Enlaces

http://www.villagiulia.beniculturali.it/



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