lunes, 27 de enero de 2014

Un santo en un columpio. Próculo en Naturno




La primera vez que vi esta imagen la bauticé como Santo en el columpio. Ni que decir tiene que no sabía nada del personaje, ni de la acción, ni de su procedencia. La vi, la copié, la guardé y la pinté en diferentes ocasiones sin que me supusiera ningún problema su identificación. Hasta que un día quise saber mas y llegué hasta Naturno, en Lombardía, un lugar maravilloso del norte alpino italiano.








Parece que el templo de San Próculo, que así se llama el personaje de la imagen, fue construido en el siglo VII bajo la advocación del santo mártir. De aquella primera iglesia, no quedan sino los cimientos reconocidos en el transcurso de las intervenciones arqueológicas realizadas. Parece que aquel templo primigenio sucumbió al fuego y en su lugar se levantó este, cuya construcción se supone precarolingia, como ya hemos apuntado.
La belleza e interés de los frescos hallados es este templo ha proyectado su importancia y conocimiento. La supuesta antigüedad de la iglesia hizo suponer a su vez  que los frescos originales se consideraran muy tempranos, concretamente del siglo VIII. 




Conocemos la cuestión de la extensión del culto a los santos y sus reliquias corporales  durante el poder carolingio en el norte del Italia. Así ocurrió, entre otros muchos, con San Próculo, existiendo  varias iglesias bajo su advocación en el territorio veronés. A decir de la leyenda, parece que fue un obispo del siglo IV que tuvo que huir de la ciudad por un enfrentamiento con un teniente, saltando los muros. Pero ¿quien es San Próculo realmente?
Encontramos noticias de un Proculus que fue el cuarto obispo de Verona, Italia. Sufrió la persecución a los cristianos del emperador Diocleciano (284-305) y por ello fué capturado y torturado aunque sobrevivió gracias a que consiguió huir de la ciudad según se cuenta, saltando los muros de la ciudad. Murió años mas tarde en Verona, a donde pudo regresar, habiendo sido enterradas su reliquias en Naturno.

En su memoria se pintaron las paredes de la iglesia con extraordinarios frescos referidos precisamente a este acontecimiento, aunque no faltan otras escenas maravillosas con vacas de colores, ángeles, cortejos, y decoraciones de bandas geométricas. 

De la observación atenta de estas pinturas de datación supuestamente precarolingia pudiera deducirse, junto con la cuestión abordada del papel carolingio en esta zona del sur del Tirol,y esta si que es una opinión estrictamente personal, un estilo carolingio con algunos modos de la pintura románica, fundamentalmente patentes en la propia figura del santo balanceándose para saltar las murallas de Verona.


Además de estas pinturas antiguas se conservaron superpuestos a aquellos primeros, otros frescos de estilo gótico, datados en el siglo XIV que se retiraron , al menos parcialmente, y se exhiben en el Museo de San Próculo.












¡Feliz semana!





http://www.medievalists.net/2014/01/22/under-the-aegis-of-the-saints-hagiography-and-power-in-early-carolingian-northern-italy/

martes, 21 de enero de 2014

Libro de Kells



Icono de la Virgen y el Niño (folio 7º) es la representación más antigua de la Virgen de entre todos los manuscritos occidentales

«Este libro contiene la armonía de los cuatro evangelistas buscada por Jerónimo, con diferentes ilustraciones casi en cada página que se distinguen por variados colores. Aquí podéis ver el rostro de majestad, divinamente dibujado, aquí los símbolos místicos de los evangelistas, cada uno con sus alas, a veces seis, a veces cuatro, a veces dos; aquí el águila, allí el toro, allá el hombre y acullá el león, y otras formas casi infinitas. Observadlas superficialmente con una mirada ordinaria, y pensaréis que no son más que esbozos, y no un trabajo cuidadoso. La más refinada habilidad está toda ella alrededor vuestro, pero podríais no percibirla. Mirad con más atención y penetraréis en el corazón mismo del arte. Discerniréis complejidades tan delicadas y sutiles, tan llenas de nudos y de vínculos, con colores tan frescos y vivaces, que podríais deducir que todo esto es obra de un ángel, y no de un hombre.»

Giraldus Cambrensis (Gerardo de Gales), siglo XII. Topographia Hibernica 


En el folio 34º aparece el célebre monograma de la Encarnación, compuesto por las letras Xi (Χ) y Ro (Ρ), que son las dos primeras letras de la palabra Cristo en griego(ΧΡΙΣΤΟΣ).

El Libro de Kells está considerado como uno de los manuscritos iluminados más relevantes del arte religioso medieval y el más importante del arte cristiano irlandés. 

Conservado y expuesto de modo permanentemente en la Biblioteca del Trinity College de Dublín (cada día se pasa una hoja del manuscrito para ser admirado y estudiado), el Libro de Kells es una obra tardía del grupo de manuscritos iluminados elaborados en diversos monasterios de Irlanda, norte de Inglaterra y Escocia entre los siglos VI y IX. 


Este manuscrito recoge, principalmente, el texto de los cuatro evangelios, cuyo carácter sagrado y místico se refuerza con la serie de ricas y complejas decoraciones que le acompañan.


Fue escrito y adornado sobre vitela, que es un tipo de piel de ternera que proporcionaba una superficie de escritura mucho más suave que cualquier pergamino disponible en ese momento. 

El libro es bastante grande, aunque no está completo ya que contiene 340 folios de los 344 entregados en el Trinity College, sabiendo que ya entonces faltaban muchas páginas



El folio 29 contiene el incipit del Evangelio de Mateo, llamado Liber generationis.


El diseño del Libro de Kells comienza con las letras iniciales que están decoradas con tintas de color dorado y plateado, así como en otras tonalidades de colores brillantes, siendo la gama de colores muy amplia y variada y la fuente de obtención de los pigmentos un alarde de riqueza y complejidad ya que fueron importados de todos los rincones de Europa, y objeto de profundos estudios: el negro se obtuvo de las velas, el rojo brillante del rejalgar, el amarillo del oropimente, el verde esmeralda de la malaquita pulverizada y el carísimo lapislázuli, de coloración azul, procede del noreste de Afganistán.


Entrelazados en las letras a menudo se pueden encontrar aves muy imaginativas, mamíferos, reptiles y plantas, así como referentes de los bestiarios. 



Se considera que el Libro de Kells es un excelente ejemplo del estilo Hiberno-Sajón, una forma que remonta sus orígenes al precristianismo irlandés y que se caracteriza por las iniciales  muy elaboradas y la ornamentación que utiliza motivos de animales, así como el extraordinario uso del color, uno de los aspectos más hermosos del Libro de Kells.

Cuando se escribió el Libro  hace más de 1000 años, Irlanda tenía una población de menos de medio millón de habitantes distribuida en poblados fortificados  costeros y en aldeas que remontaban las vías fluviales del interior.

En líneas generales, la iglesia irlandesa estaba organizada en monasterios que se constituían como comunidades dedicadas al estudio de la palabra de Dios, al ayuno, y al trabajo manual. 

El mensaje de la vida de Cristo se extendía principalmente por medio de los evangelios, adquiriendo los escribanos e iluminadores que los producían una posición privilegiada en la sociedad irlandesa.




Los cuatro evangelistas


Desde hace tiempo, el Libro de Kells se ha asociado a San Colum Cille ( aprox. 521-597 d. de C.) quien, alrededor del año 561, fundó el principal monasterio
en la isla de Iona, cerca de la costa oeste de Escocia.


Abadía de Iona


Probablemente, el Libro  fue creado por los monjes de Iona a principios del siglo IX, parcialmente en la misma Iona o en Kells (Condado de Meath) donde se trasladaron después del año 806 d. de C., cuando Iona fue saqueada por los Vikingos en un ataque en que sesenta y ocho monjes perdieron la vida. Está claro que el libro se encontraba en Kells, al menos desde el siglo XI pues existen diferentes documentos de esta época que lo mencionan.
Alrededor de 1653, por razones de seguridad durante la época de Cromwell, se envió el Libro de Kells a Dublín. Llegó a Trinity College por mediación de Henry Jones, después de que éste fuese nombrado obispo de Meath en 1661.




Torre del Monasterio de Kells




En la actualidad se ha realizado una magnífica versión digital del manuscrito de Kells para facilitar la visualización indirecta del mismo, con una gran calidad de imagen.








http://digitalcollections.tcd.ie/home/index.php?DRIS_ID=MS58_003v



¡Feliz semana!















http://www.tcd.ie/Library/bookofkells/assets/pdf/Spanish%20LO.pdf http://es.gloria.tv/?media=246559
http://es.wikipedia.org/wiki/Libro_de_Kells

martes, 14 de enero de 2014

Peines medievales.







Crecí con unas pocas leyendas, muy pocas, pero de todas ellas recuerdo como si fuera hoy la de la  mora de tez blanca y pelo rubio que peinaba sus cabellos con peine de oro en la entrada de la cueva de la Fuente de la Mora, en el cercano valle del Valcorba, junto a Aldealbar. La mora de la cueva era vista por los caballeros y sin decir una sola palabra enamoraba a los hombres que la veían sin hacer otra cosa que peinar su larga melena. Que el peine fuera de oro no hace sino ahondar en el mundo mágico de los tesoros y las hadas de las cuevas custodias de esas riquezas, tal y como se reconocen en toda la Península Ibérica.



Aquellos seres fantásticos no son los únicos representados en actitud de peinarse. En los bestiarios medievales, las sirenas, mitad mujer mitad pez, son representadas acicalándose con un peine y un espejo en la mano, entre otros elementos.

Sobre asta, marfil de elefante, hueso, diente de hipopótamo e incluso colmillos de mamut o, los mas pobres y probablemente mucho mas cotidianos, sobre simple madera,  los peines son conocidos de uno a otro lado de Europa desde la Prehistoria hasta la actualidad, ya sea entre los sedimentos de un poblado calcolítico  como los Millares, en Almería, Abydos, de la primera dinastía egipcia, el mundo tartésico o púnico de Carmona o Medellín, las ciudades de la Grecia helenística, las del Imperio Bizantino, los castros hispanovisigodos como el de la Ventosa, en Cacabelos (León), las ciudades islámicas, los obispados ingleses y las casas de las ciudades medievales.



Peine visigodo de Cacabelos, fabricado en hueso. Procede del Castro de la Ventosa



Las púas en doble y contrapuesta hilera se fabrican para su uso práctico de aseo, como aderezo y ornato de cabeza e incluso como elementos simbólicos, siendo decorados mediante motivos geométricos simples, otras veces profusamente tallados e incluso pintados.
               
        

Peine medieval completo procedente de Pamplona. Fabricado en madera y decorado con motivos sencillos de carácter geométrico.

La excepcionalidad de la conservación de aquellos fabricados en madera, seguramente los mas utilizados y los peor conservados, radica fundamentalmente en la naturaleza de la materia prima y en las condiciones necesarias para preservar este tipo de material orgánico durante siglos. 
Es el caso de los peines medievales que aparecieron en Pamplona durante la excavación arqueológica realizada en 2005-2006 con motivo de las obras de rehabilitación del Palacio del Condestable en el fondo inundado de la caja de piedra de una noria de sangre,  en el llamado Patio de Pellejerías. Aquellas piezas se conservaron a lo largo de mas de 700 años gracias a hallarse sumergidas en agua y no haber variado sus condiciones a lo largo del tiempo. 
Se trata de tres peines dobles para uso personal, datados en los siglos XII-XIII, uno de los cuales se conservaba íntegro y los otros dos fragmentados, decorados en dos casos con motivos geométricos. 
Estos materiales lígneos que habían permanecido sumergidos en agua durante tanto tiempo  se mostraban blandos y frágiles. Sabedores que su extracción del lugar donde se encontraban depositadas, en un medio anaeróbico, supondría su casi inmediato deterioro y destrucción por  los efectos de la desecación,  las instituciones navarras solicitaron la colaboración con el Ministerio de Cultura para su restauración. Los peines y otras piezas de madera como una copa, se depositaron en los talleres de restauración del Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas, en Cartagena (Murcia), especializado en el tratamiento de materiales sumergidos  y donde se llevó a cabo su desalinización, consolidación y limpieza.

Estos peines fabricados para el aseo son muy parecidos a las peinas actuales.
Mientras este caso de Pamplona se realizó en un contexto doméstico, hay otros casos en los que el propio lugar de reconocimiento de la pieza arqueológica nos pone sobre la pista de usos diferentes. 




Tal es el caso del peine que apareció dentro de una caja de madera en la necrópolis de la basílica de San Prudencio, en Armentia (Vitoria), hallado bajo el cráneo, a la altura de la nuca, de la inhumación nº 85, lo que le ha valido su interpretación como pasador o adorno de cabello. Sin embargo, durante la Edad Media fue frecuente la asociación de peines a las figuras de los santos y los obispos otorgándoseles un carácter litúrgico. Conocemos diferentes casos asociados a la consagración de obispos, como ocurre con el objeto de márfil procedente de la abadía inglesa de San Albano, en el que se tallaron, con profusión de detalles, escenas de la infancia de Jesús (la matanza de los inocentes y la visita de los Magos) datado en el siglo XII y que se halla expuesto en el Museo de Victoria y Alberto de Londres,  

 

Parece que se trata de peines cuyo uso simbólico serviría para limpiar la cabeza de los prelados de los malos pensamientos. La sencillez de este argumento no deja de sorprenderme.


En la Catedral de Roda de Isábena hubo dos de aquellos peines litúrgicos, ambos en márfil,  uno de ellos pintado conocido como peine de San Ramón I, que fue robado por el expoliador conocido como Erik el Belga y que nunca ha sido recuperado. En la misma catedral se conservó un peine litúrgico tallado con un sacerdote copto y una gacela comiendo hierba en el reverso, el denominado San Ramón II.



                                                  
                              








Peines litúrgicos de marfil tallado se custodian también en el Museo de la Catedral de Orense, procedentes del monasterio de Celanova. Son conocidos como los peines de San Rosendo, ya que aparecieron dentro de su enterramiento cuando se exhumó a comienzos del siglo XVII. Estos elementos comparecieron junto a su báculo, piezas de ajedrez, etc. Uno de ellos se decora con arabescos en negro y dorado respondiendo a un tipo conocido como siciliano (al igual que el de Roda de Isábena); mientras los otros dos forman parte de una pareja, el uno de motivos calados y el otro tallados; todos ellos han sido datados en el siglo XII.

Pero mas acá de consideraciones litúrgicas, el aseo personal, la necesidad de mantener el pelo limpio y bien colocado, pusieron al alcance de las gentes estos útiles peines o peinas, que en algunos casos, junto a los espejos, son objeto de atención en las representaciones pintadas o esculpidas, al parecer como símbolo de la vanidad y la lujuria.


     
     

Psalterio de Lutrell con una dama acicalándose frente al espejo que sujeta su sirvienta en la que se aprecia espejo, peine y cajita o cofre.


En la colección de cuentos de Aurelio M. Espinosa (2009) que recopila tradiciones orales, se recoge la creencia de que el peine en manos de mujer puede cobrar atributos mágicos. Cuando Blancaflor es perseguida por su padre -el diablo- en el caballo del pensamiento (mientras que ella y su esposo cabalgan el del viento) y está a punto de ser alcanzada, echa en varias versiones hispánicas, entre otras cosas, un peine y así o gracias a ello, surge un bosque de pinos o algo semejante que se convierte en barrera casi infranqueable.  El cuento está sujeto a muchas variantes y está extendido por todo el planeta. 
Hasta tres versiones de esta tradición han sido recogidas en el artículo "Blancaflor en Galicia". Gracias a Rosario Soto, he accedido a estos interesantes datos, quien me ha hablado de historias arcaicas, recopiladas en algún caso en el poemario germánico Edda Mayor, de héroes ultrajados que no vuelven a lavarse ni a peinarse mientras no recupere su honra. 
Carmen Leal, especialista en la Irlanda antigua, me cuenta como en las leyes consuetudinarias irlandesas (Uraicecht Becc), lo más bajo del mundo y de la categoría artesanal era el fabricante de peines. Su precio de "honor" -lo que se le pagaba en caso de ser víctima de algo por lo que hubiera multa- era una becerra añoja o más bien la mitad de media vaca lechera. En otro manuscrito legal (Bretha Némen toísech) es así porque "tiene que disputarle a los perros del albañal el material de su trabajo". 
No hay nada que me guste mas que aprender. Así me lo cuentan y así se lo cuento.


Que tengan una muy feliz semana!






Para ampliar información y fuentes:

museoarqua.mcu.es/web/uploads/ficheros/dossierpeines.pdf

Ortiz de Errasti, Isabel: Reseña de un viejo peine.

"Blancaflor en Galicia", de Mª Rosario Soto Arias e Luís González García. Publicado en: VIR BONUS DOCENDI PERITUS. HOMENAXE A JOSÉ PÉREZ RIESCO. Universidade da Coruña, 2002, pp 433-451

Galán y Galindo, Angel: Los marfiles del Museo de la catedral de Ourense.




lunes, 6 de enero de 2014

Aljubas y sargas. Tejidos hispanomusulmanes altomedievales en Castilla.





¡Que lejos me hallo del paraíso
de mi Al-Ándalus!
Al-Ándalus sede de cuánta hermosura;
lagar de la fragancia toda,
el esplendor de sus amaneceres
es de alegre semblante,
y de labios de una morena
tomaron el color sus noches.
Siempre que el viento sopla desde mi tierra,
grito con añoranza: ¡Ay, de mi Al-Ándalus!

Ibn Jafayá ( Alcira 1058-1139)



Tal vez por que me gusta mas tanto la historia acabé siendo arqueóloga. De la Prehistoria a la historia solo hay una escritura y de lo mas antiguo a lo no tan antiguo hay unos pocos años. Lo cotidiano se vuelve mágico y lo secundario puede convertirse en principal; esto es lo bueno de que se cambien y amplien las perspectivas. Si además acabas recalando en los proyectos de restauración patrimonial y contribuyes a convertir la perspectiva única en multidisciplinar y de aquí a  una interdisciplinar, pues mejor. 
Así recalé en Oña (Burgos) y San Zoilo (Carrión, Palencia), con poco tiempo de diferencia y fue allí donde por primera vez me prendé de los tejidos altomedievales de las élites sociales.
Milagrosamente conservadas las telas por arte de birlibirloque, tratadas como algo mínimo, extraídas de los sepulcros condales, nos eran mostradas como algo anecdótico y curioso, hasta que un tiempo después se entendió su importancia, su trascendencia y la necesidad de su estudio y preservación.
Estas telas medievales hispanoárabes son el testimonio de las relaciones de los condes castellanos con el sur islámico, al igual que otros elementos ornamentales del arte mobiliar: cajitas y botes de márfil, cerámicas doradas, etc.
En una época en la que se suponen enemistades irreconciliables, los aristócratas castellanos se rodearon de elementos de gustos sureños y se vistieron y enterraron con telas llenas de emblemas islámicos y frases coránicas.











Las sargas de San Zoilo.


Las telas medievales que aparecieron en el monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes, han recorrido un sinfín de avatares. Actualmente pertenecen a la Diócesis de Palencia y se conservan y exhiben en la sacristía de la iglesia del propio monasterio.

Se trata de dos telas de seda, ambas rectangulares y de dimensiones diferentes, una en fondo rojo y otra azul. Esta última ha sido tradicionalmente considerada la capa de la condesa Teresa, fundadora del monasterio de San Zoilo sobre uno anterior dedicado a San Juan Bautista.
Sobre su cronología y habiéndose apuntado reiteradamente al siglo XII, ha sido objeto de recientes revisiones que adelantan su data en un siglo, probablemente venidas desde Córdoba con el traslado de las reliquias de San Zoilo, aunque parece que no serían talleres peninsulares los fabricantes de las mismas sino que pudieran proceder del sur de Italia, Egipto e incluso Persia.
La llegada a Carrión pudo producirse por la acción de los Condes de Carrión, cuando Fernando Gómez, el primogénito de la casa condal, trasladó las reliquias del santo hacia el año 1068 o 1070. A partir de ahí, pasaron a la familia y alguno de sus miembros las donó posteriormente al monasterio.





Fue a Fernán Gómez, que participó como mercenario en el conflicto entre las taifas de Sevilla y de Córdoba, a quien se  le  habrían entregado estas telas como pago, así como la arqueta fatimí y una pieza de marfil policromada y fechada entre los años 951 y 975, que pertenecen a San Zoilo y se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.

Las telas de Carrión son excepcionales, además, por sus dimensiones y en su estado de conservación, habiendo preservado su integridad frente a otras muchas que se troceaban  para envolver reliquias, tal vez porque debieron tener durante un tiempo un uso como colgaduras, ya que se han visto huellas de los anclajes. El uso continuado, hasta que las metieron dentro del sepulcro de San Zoilo, es lo que las ha preservado.

Ambas presentan una combinación simétrica de águilas y rosas. En el caso de la sarga de fondo rojo, se trata de águilas muy esquemáticas realizadas en color amarillo, afrontadas y con un vástago central rematado con dos apéndices. Están enmarcadas en óvalos y las zonas superior e inferior del manto presenta bandas geométricas.







La sarga azul presenta treinta y seis águilas exployadas y grandes rosetas intermedias. Detalles perlados delinean cuerpos y alas, sogueados y escamas rellenan las alas, roleos y flores adornan las colas...
Una banda roja con inscripción amarilla que contiene una exaltación de Allah atraviesa los cuellos del primer registro de aves y es el símbolo de soberanos y personas con autoridad.









La Aljuba de Oña.

El vestido funerario del conde Don Sancho García procede de un tiraz califal y está fabricada en seda e hilos entorchados de oro sobre lino. No tuvo la suerte de las telas de San Zoilo y  se encuentra troceada en 5 fragmentos.

De indiscutible origen hispanomusulman puede que se trate de la aljuba de Fernán González, reutilizada por su hijo.








Fue encontrada en 1969 por el entonces párroco D. Agustín Lázaro, quien la lavó y guardó durante años.

Su datación se pone en relación con la entrada del conde Sancho en Córdoba a la muerte de Almanzor y dos de sus hijos. El botín de los castellanos era considerable y se cree que esta tela pudo formar parte del mismo.







El programa iconográfico es, a decir de los expertos, el oficial del califato,a finales del X y principios del XI,: un entramado geométrico de tondos o medallones y cada uno de ellos configurado por tres círculos concéntricos, el exterior decorado con ovas, azul el intermedio y el interior entorchado.
Se combinan los temas vegetales, animales y humanos: el árbol de la vida, capullos de loto, grecas de flores, la liebre (animal funerario), el pavón de la Resurrección y el ave Fénix, los leones pasantes y las águilas explayadas, el caballo con azor (símbolo de la independencia castellana), gacelas atacadas por rapaces (destrucción omeya), aves entrelazadas y como elementos humanos un señor de la vida sentado en un trono mirando hacia la izquierda, vestido con indumentaria de lujo y bebiendo de una redoma.
El tejido presenta inscripciones cúficas bordadas en negro, datadas en el siglo X.
Uno de los fragmentos recortados de la aljuba fue utilizado como forro de una cajita de márfil.










Los tejidos objeto de esta presentación han sido tratados para su restauración en el Centro de Conservación y Restauración de Simancas, de la Junta de Castilla y León. Como parte de la necesaria caracterización de las sargas de encargó y realizó un estudio específico de carácter histórico a D. José Luis Senra Gabriel y Galán.


Las sargas de Carrión se declararon Bienes de Interés Cultural por lo que gozan de la máxima protección de los bienes culturales en Castilla y León.

En una decena de años han sido recuperados, estudiados, restaurados y presentados, que no es poco. No dejeis de verlas cuando visitéis Oña y Carrión.


Feliz semana!










Para completar la información: