lunes, 6 de enero de 2014

Aljubas y sargas. Tejidos hispanomusulmanes altomedievales en Castilla.





¡Que lejos me hallo del paraíso
de mi Al-Ándalus!
Al-Ándalus sede de cuánta hermosura;
lagar de la fragancia toda,
el esplendor de sus amaneceres
es de alegre semblante,
y de labios de una morena
tomaron el color sus noches.
Siempre que el viento sopla desde mi tierra,
grito con añoranza: ¡Ay, de mi Al-Ándalus!

Ibn Jafayá ( Alcira 1058-1139)



Tal vez por que me gusta mas tanto la historia acabé siendo arqueóloga. De la Prehistoria a la historia solo hay una escritura y de lo mas antiguo a lo no tan antiguo hay unos pocos años. Lo cotidiano se vuelve mágico y lo secundario puede convertirse en principal; esto es lo bueno de que se cambien y amplien las perspectivas. Si además acabas recalando en los proyectos de restauración patrimonial y contribuyes a convertir la perspectiva única en multidisciplinar y de aquí a  una interdisciplinar, pues mejor. 
Así recalé en Oña (Burgos) y San Zoilo (Carrión, Palencia), con poco tiempo de diferencia y fue allí donde por primera vez me prendé de los tejidos altomedievales de las élites sociales.
Milagrosamente conservadas las telas por arte de birlibirloque, tratadas como algo mínimo, extraídas de los sepulcros condales, nos eran mostradas como algo anecdótico y curioso, hasta que un tiempo después se entendió su importancia, su trascendencia y la necesidad de su estudio y preservación.
Estas telas medievales hispanoárabes son el testimonio de las relaciones de los condes castellanos con el sur islámico, al igual que otros elementos ornamentales del arte mobiliar: cajitas y botes de márfil, cerámicas doradas, etc.
En una época en la que se suponen enemistades irreconciliables, los aristócratas castellanos se rodearon de elementos de gustos sureños y se vistieron y enterraron con telas llenas de emblemas islámicos y frases coránicas.











Las sargas de San Zoilo.


Las telas medievales que aparecieron en el monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes, han recorrido un sinfín de avatares. Actualmente pertenecen a la Diócesis de Palencia y se conservan y exhiben en la sacristía de la iglesia del propio monasterio.

Se trata de dos telas de seda, ambas rectangulares y de dimensiones diferentes, una en fondo rojo y otra azul. Esta última ha sido tradicionalmente considerada la capa de la condesa Teresa, fundadora del monasterio de San Zoilo sobre uno anterior dedicado a San Juan Bautista.
Sobre su cronología y habiéndose apuntado reiteradamente al siglo XII, ha sido objeto de recientes revisiones que adelantan su data en un siglo, probablemente venidas desde Córdoba con el traslado de las reliquias de San Zoilo, aunque parece que no serían talleres peninsulares los fabricantes de las mismas sino que pudieran proceder del sur de Italia, Egipto e incluso Persia.
La llegada a Carrión pudo producirse por la acción de los Condes de Carrión, cuando Fernando Gómez, el primogénito de la casa condal, trasladó las reliquias del santo hacia el año 1068 o 1070. A partir de ahí, pasaron a la familia y alguno de sus miembros las donó posteriormente al monasterio.





Fue a Fernán Gómez, que participó como mercenario en el conflicto entre las taifas de Sevilla y de Córdoba, a quien se  le  habrían entregado estas telas como pago, así como la arqueta fatimí y una pieza de marfil policromada y fechada entre los años 951 y 975, que pertenecen a San Zoilo y se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.

Las telas de Carrión son excepcionales, además, por sus dimensiones y en su estado de conservación, habiendo preservado su integridad frente a otras muchas que se troceaban  para envolver reliquias, tal vez porque debieron tener durante un tiempo un uso como colgaduras, ya que se han visto huellas de los anclajes. El uso continuado, hasta que las metieron dentro del sepulcro de San Zoilo, es lo que las ha preservado.

Ambas presentan una combinación simétrica de águilas y rosas. En el caso de la sarga de fondo rojo, se trata de águilas muy esquemáticas realizadas en color amarillo, afrontadas y con un vástago central rematado con dos apéndices. Están enmarcadas en óvalos y las zonas superior e inferior del manto presenta bandas geométricas.







La sarga azul presenta treinta y seis águilas exployadas y grandes rosetas intermedias. Detalles perlados delinean cuerpos y alas, sogueados y escamas rellenan las alas, roleos y flores adornan las colas...
Una banda roja con inscripción amarilla que contiene una exaltación de Allah atraviesa los cuellos del primer registro de aves y es el símbolo de soberanos y personas con autoridad.









La Aljuba de Oña.

El vestido funerario del conde Don Sancho García procede de un tiraz califal y está fabricada en seda e hilos entorchados de oro sobre lino. No tuvo la suerte de las telas de San Zoilo y  se encuentra troceada en 5 fragmentos.

De indiscutible origen hispanomusulman puede que se trate de la aljuba de Fernán González, reutilizada por su hijo.








Fue encontrada en 1969 por el entonces párroco D. Agustín Lázaro, quien la lavó y guardó durante años.

Su datación se pone en relación con la entrada del conde Sancho en Córdoba a la muerte de Almanzor y dos de sus hijos. El botín de los castellanos era considerable y se cree que esta tela pudo formar parte del mismo.







El programa iconográfico es, a decir de los expertos, el oficial del califato,a finales del X y principios del XI,: un entramado geométrico de tondos o medallones y cada uno de ellos configurado por tres círculos concéntricos, el exterior decorado con ovas, azul el intermedio y el interior entorchado.
Se combinan los temas vegetales, animales y humanos: el árbol de la vida, capullos de loto, grecas de flores, la liebre (animal funerario), el pavón de la Resurrección y el ave Fénix, los leones pasantes y las águilas explayadas, el caballo con azor (símbolo de la independencia castellana), gacelas atacadas por rapaces (destrucción omeya), aves entrelazadas y como elementos humanos un señor de la vida sentado en un trono mirando hacia la izquierda, vestido con indumentaria de lujo y bebiendo de una redoma.
El tejido presenta inscripciones cúficas bordadas en negro, datadas en el siglo X.
Uno de los fragmentos recortados de la aljuba fue utilizado como forro de una cajita de márfil.










Los tejidos objeto de esta presentación han sido tratados para su restauración en el Centro de Conservación y Restauración de Simancas, de la Junta de Castilla y León. Como parte de la necesaria caracterización de las sargas de encargó y realizó un estudio específico de carácter histórico a D. José Luis Senra Gabriel y Galán.


Las sargas de Carrión se declararon Bienes de Interés Cultural por lo que gozan de la máxima protección de los bienes culturales en Castilla y León.

En una decena de años han sido recuperados, estudiados, restaurados y presentados, que no es poco. No dejeis de verlas cuando visitéis Oña y Carrión.


Feliz semana!










Para completar la información:






4 comentarios:

  1. Documento genial. Me ha gustado un montón

    ResponderEliminar
  2. Un mundo este de los regalos, botines e intercambios con la cultura islámica y una suerte que estas telas hayan llegado hasta nosotros. Me gusta que te guste

    ResponderEliminar
  3. Es impresionante ver cómo el intercambio cultural era algo natural y la fascinación que los castellanos sentían por estas piezas de lujo del mundo islámico ¿conoces la colección de tejidos de la Fundación Lázaro Galdiano? Una visita pendiente para cuando vengas por la capital del reino con tiempo. Un besazo.

    ResponderEliminar
  4. Muy interesante. Me "apunto" a tu blogg

    ResponderEliminar